Es un decorado singular, distinto y hasta desconcertante para un espacio de sabores. Es una antigua ermita del siglo XVIII, hoy en día restaurada y convertida en un cálido restaurante presidido por un gran retablo dorado. Un restaurante que, ajeno a la carga histórica, es también un templo de sabores donde se hace una cocina tradicional con profundos toques de autor que se fusionan en perfecta armonía con los platos típicos de la comarca. Una cocina que apuesta por los productos de la dehesa y las carnes del Ibérico, donde el Jamón es protagonista